Utopía como un atractor en la necesaria indeterminación e incertidumbre se da en un ámbito virtual entre dos orillas que no son límites sino estela de nuestro recorrido.
El marco general se da en la territorialidad personal y original generada en nuestro crear de un Habitar habitando, que ¡oh locura!, es ir hacia el lugar que partimos pero en el que nunca estuvimos.
Pero sucede que en realidad esta fantasía realidad cuántico espiritual se da a través del danzar de mi zapato el que a su vez con vida propia habla y sufre por mí. Y aprendí que el danzar es un momento que comienza y termina, pero misteriosamente hace que sigamos hacia adelante, hacia algún lugar, hacia el origen donde nunca estuvimos.
Mi setentista angustia existencial frente al horror de la dilución probable de nuestra especie de vuelta en el origen biológico de la Vida, que posiblemente, o no, seguirá en alguna otra forma, es el leit motiv de los últimos años y que ahora mi zapato transporta en su danzar, creación, depuración de esencia.
La conclusión es terrible. Siento que mi grito no es entendido, ni su urgencia, ni su motivación hacia promover una generación responsable que construya una nueva humanidad.
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